(Buenos Aires).-Mucho ruido y pocas nueces es una comedia romántica de William Shakespeare, cuyo nombre en inglés es Much Ado About Nothing (Mucho hecho sobre nada). Este título se acerca más al reciente y resonado episodio que tuvo como epicentro los aumentos de las prepagas.

Es cierto que los valores retrocedieron, pero a partir del mes próximo, las prepagas estarán en condiciones de aumentar los precios sin que eso necesariamente se traslade a las clínicas y consultorios, que en este momento atraviesan una crisis económica dramática por un atraso que es mucho mayor al de las prepagas, las cuales mes tras mes y durante años, se han quedado con puntitos de acá y allá, deteriorando la calidad prestacional y dificultando la actualización tecnológica en desmedro de los afiliados, incumpliendo promesas de calidad que eran (y son más aún) difíciles de cumplir.

Se esperaba que en estas circunstancias se tomara alguna medida de fondo –como corregir el PMO (desactualizado desde la década del 80), desgravación impositiva, instaurar algún valor compensatorio para cubrir el desfasaje entre costos y valores prestacionales o, al menos, ligar el aumento de las prepagas a los honorarios que perciben los prestadores –médicos, psicólogos, etc.–, pero NO fue así ( o al menos no por ahora porque la intención de hacerlo está)

Todo seguirá como antes: los prestadores están sometidos a la disposición de los gerenciadores, y el sistema está encaminado hacia la quiebra y la desatención de la población. Durante los tres meses que duró este conflicto, los prestadores no recibieron actualizaciones, y los aumentos anunciados en los meses de febrero y marzo recién se están pagando en estos días, lo que significa que del aumento original, solo recibimos la mitad.

Es necesario establecer parámetros que aseguren la calidad en la atención en tiempo y forma, pero eso depende en gran parte en que los valores prestacionales no sean inferiores a los costos de tales prestaciones. Ese es el camino más corto a la quiebra del sistema y la consiguiente desatención.

También debería existir un plan de contingencia cuando las prepagas y obras sociales no puedan cumplir con sus compromisos, algunos de ellos con promesas desmesuradas a fin de atraer clientes, y ese "plus tentador" (cirugías plásticas y descuentos en productos que nada tienen que ver con la salud) está en muchos casos reemplazando a la cobertura básica que el Estado no garantiza en el sistema público. Lo superfluo reemplaza a lo esencial.

En caso de una profundización de la crisis sanitaria, los afiliados (especialmente los más antiguos y vulnerables) estarán en una situación desesperante y las cuentas impagas a sus prestadores profundizarán los problemas económicos del sistema.  ¿La “mano invisible” lo corregirá? Sí, podría ser… pero con  sangre, sudor, lágrimas y tiempo, mucho más tiempo del que algunos disponen.

El sistema de salud, al igual que el previsional, está basado en un sistema piramidal: cuanto más gente sana y joven haya en la base y menos enfermos en la cúspide, mejor ... Pero las crisis argentinas bajaron la población con posibilidades de acceso a la salud privada y solo quedaron las personas que no podían salir del sistema por sus problemas de salud. Como consecuencia de esta caída en los ingresos y el envejecimiento de la población la pirámide se invirtió y el sistema, de por si hipertrofiado, entró en crisis.

Ahora dicen no contar con los medios para sostener a los afiliados que, durante 10, 30 o 50 años, aportaron religiosamente la cuota para tener una medicina de “excelencia” –así lo promocionaron–, pero eso es muy difícil de cumplir en las actuales circunstancias cuando la consulta difícilmente llega a los 10 dólares –quizás la más baja del mundo–. Además, cabe preguntarnos qué pasa cuando un afiliado pagó por décadas su cuota y, por un impedimento transitorio, pierde todo lo invertido en su salud por una dificultad financiera ajena a su voluntad de pago. ¿Es justo? Si ese dinero lo hubiese ahorrado, ¿de cuánto dinero dispondría para su salud? ¿En manos de quién está el dinero que no usó? Sabemos que el nuestro es un sistema solidario, pero creemos que al menos una parte de ese dinero le pertenece inexorablemente a quien lo aportó. ¿No sería mejor evolucionar a un sistema de seguro, donde la gente sea dueña de ese dinero ahorrado?.

Otro capítulo es el promocionado "voucher", una excelente idea que puede aprovechar la capacidad ociosa de una medicina que sufre los efectos de la intermediación y que implica una falta en la libertad de elección del profesional.

 Quizás el futuro de la medicina pase por esta modalidad "voucher" con libertad de elección, eliminando gran parte del proceso de intermediarios, porque el modelo existente ha demostrado sus falencias.

Si este Much Ado About Nothing no sirvió para establecer un diálogo fluido entre prestadores y gerenciadores, y un sinceramiento enriquecedor con análisis de modelos que funcionan en otras partes del mundo, el problema no sólo continuará, sino que se profundizará, y ya no se tratará de una comedia romántica, sino de  una tragedia griega.

Por Omar López Mato y Juan Manuel Ibarguren Miembros de CAMEOF

Fuente: CA